martes, 6 de octubre de 2009

LA CONFIDENTE


Corría la década de los 50, y mi niñez, iba en paralelo a la misma llenando
mi infancia de dicha y felicidad a mis nueve años aunque parecía contar ya, con trece o catorce debido a mi madurez. No era muy propicio en aquellos años de tantas carencias. Que la felicidad estuviera ahí agazapada en busca
 de alguien para invadirla de lleno.Pero así fue conmigo, porque nadie tuvo
lo que yo, teniendo tampoco de lo material, para estar llena tan de dicha. Ya 
que mi casa, era, de gente pobre y no había para grandes dispendios con los
que poder darnos algún capricho que se nos antojara; pero mi vida, estuvo rebosante de amor y mimos de los que no costaban dinero. Era, la pequeña de 5 hermanos y una niña responsable, que me hacía querer tanto por los
míos, como por parientes y amigos.
Por aquellos tiempos, los novios estaban abocados a no poder salir juntos, 
si no disponían de un acompañante que fiscalizara todos sus movimientos y a esta figura presente entre ambos, se la bautizó, con el nombre de carabina.
Nombre vulgar y chabacano que a una servidora, no la gustaba ni pizca.
Aquellas parejas, que no disponían de hermanos pequeños para que desempeñaran esta función de vigilancia, lo tenían bastante chungo para
contactar con el pretendiente y degustar así de las mieles de los años tontos como se decía por entonces. De ahí, que tuvieran que echar mano de  amigos
o parientes pequeños, para la salvaguarda de su amor, abanderados por la
castidad y la pureza, asunto por otra parte de mucha confidencialidad que tenía que llevar a cabo el confidente, nombre,con el que yo, bauticé a todos
los que desempeñaban esta importante labor.
Los confidentes  estaban llamados a ser: Las tumbas de la discreción porque 
si este pacto no se llevaba a rajatabla, la dicha de la pareja, se vería rota
por no se sabe cuanto, cuanto tiempo .
Una servidora tuvo el placer de pertenecer al gremio de la vigilancia del amor;
el trabajo, no estaba nada mal  a pesar de estar pluriempleada ya que me
tocó, guardar, a mis hermanas y hermano mayor, a primos y primas y también
a las amistades más cercanas; lo peor del pluriempleo, era,  que había días
que todas las parejas, me necesitaban a la vez y teníamos que repasar las
citas anteriores para regular los turnos; todo tenía que salir a pedir de boca
para que la misión  pudiera cumplirse con éxito; hubo días de dos sesiones
una de cine y otra de baile con parejas diferentes, pero lo que más preferían
los novios, eran, las sesiones de cine por aquello de la oscuridad pienso yo;
bueno, fuere por lo que fuere,aquello, me convirtió en una cinéfila de última
 fila, que era donde aterrizábamos, si éramos los primeros en la hilera cuando  
se abría la puerta de la sala. Aquellos tiempos, de celuloide,fueron para mi,
 una universidad con un ancho abanico de posibilidades como las que ahora me  hacen poder plasmar estas maravillosas vivencias.
Tenía que ser una perfecta simbiosis  la que se diera en el trío, para  que 
el equipo  funcionara en óptimas condiciones, sin que nadie se saliera de
sus casillas y pudiera irse todo al traste.
Yo, tenía que ser, muda y ciega y el pretendiente a su vez, muy rumboso con 
las golosinas, que solía ser la forma habitual de satisfacer los honorarios del
gremio de la vigilancia; porque si no quedaba resarcida, me vendía al mejor
 postor, y conste que tenía una gran lista de espera deseando contratar mis
servicios, dada la popularidad y discreción absoluta, en el bien modelado
arte de aquellas lides. Mas... no quisiera pecar de soberbia, ya que no todo
fueron éxitos en mi carrera de confidente, porque también tuve algunos
estrepitosos fracasos como el de mi hermana Pepa y su novio, pues a pesar
de mi estrecha vigilancia, ésta se quedó embarazada, y mi fama quedó, a caer
de un burro. Me echaron una buena regañina por haberme dormido en los
laureles y hubo un pequeño disgusto por el desastre acontecido pero en unos
pocos días, la normalidad volvió a reinar en la casa y a los nueve meses ,se
presentó la cigueña con una niña rubia preciosa a la que criamos en casa.
Porque sus padres no se pudieron casar hasta que el hermano mayor de éste
no se hubo casado ya que la tradición familiar así lo exigía.Y la niña, contaba
con cuatro años; la verdad, es que fuimos todos muy felices con aquel desliz de aquellos jóvenes impulsivos que me la dieron con queso; esa niña rubia
es, hoy mi sobrina preferida y yo, su tita del alma.
Todo, volvió a transcurrir por su cauce, en los derroteros del amor en los que
me veía metida de lleno, y pasados los rumores de mi fracaso con aquel 
traspiés, reinicié mi labor de vigilancia como si nada hubiera pasado. Los que
con más asiduidad me acaparaban, eran, mi hermano Antonio y su novia que
si yo no los acompañaba, aquella no se movía de casa ni para traer un mal
cántaro de agua; con el consiguiente berrinche de mi hermana Angela que se
quedaba siempre a verlas venir como ella decía. Teniendo que ir al cine aunque ella y su novio desearan ir al baile y es que mi hermano era, un 
manipulador nato que siempre se salía con la suya adelantándose a todo
acontecimiento y previsión posible que se le antojara.
Las discusiones por aquellas controversias, eran, continuas pero mi madre, 
las zanjaba de un plumazo,si eran demasiado escandalosas y no se daba el
consenso, con el confinamiento de los alborotadores hasta la siguiente 
semana, si todo transcurría por los regueros de la resignación por parte de
ambos; y claro que transcurría; la perra gorda,  siempre era para mi hermano
que era muy chinche y  nunca daba su brazo a torcer por lo que los bailes de 
mi hermana Angela y su novio se posponían siempre para mejor ocasión sin
que mi madre tuviera nociones de lo que pasaba con el consenso por si las moscas y  pudiera darse, un posible arresto, por las reincidencias de marras.
Mi hermana Angela y mi hermano Antonio, se casaron el mismo día pero la de 
mi hermano se celebró a medias, pues dio la casualidad que medio año antes
de la boda se murió la abuela de mi cuñada y la celebración por causa del
luto se vino al traste, dando  la familia de ésta sólo un convite que consistía en
un desayuno con dulces y una ronda de ( chapurrao) una bebida mezcla de anís y agua, al término de  la ceremonia y eso fue todo el agasajo que se dio
a los suyos  con el consiguiente desbarajuste para los contrayentes, asi como
para los convidados ya que una parte de ellos tuvieron que salirse de  la fiesta
con la barriga vacía perdiéndose lo más grato como es la jarana, habiendo  obsequiado a los recién casados con la dádiva  ya que  ésta nada tenía que ver, en lo concerniente al luto; y aquella boda, que se pronosticaba fuera por
 todo lo alto, resultó ser un bodorrio en la que los novios salieron muy mal
parados en lo de del asunto recaudatorio y todos los invitado, los que fueron
a la vez denigrados por este contratiempo ya que todas las partes formaban
un todo y éste se deshizo como lo hace una barra de hielo bajo un sol de
 cuarenta grados. Y es que aquel desbarajuste enfrió los ánimos de regalar
y ninguna de las dos pareja, salió bien parada en ánimos y en regalos, caso
ingrato para recordar todo lo que  quede de vida. La indignación de mis padres por aquel batiburrillo fue mayúscula, ya que aquella doble boda la
habían querido mis hermanos y mis padres la habían aceptado muy contentos
y la muerte de una pobre vieja (con todo el respeto para la muerta) se la
había truncado de cuajo después de seis meses que llevaba criando malvas.
Y es que los esfuerzos que tuvieron que hacer mis progenitores para llevar
a cabo aquel acontecimiento con la adquisición de dos ajuares y todo lo que
conlleva un festejo de tal índole,les había supuesto,el lastre de entramparse 
 para una buena porción de años,o más bien para casi toda su vida.
Al igual que los amoríos de mis hermanos terminaron en boda, las otras parejas que estaban a mi cargo en lo de la salvaguarda del amor, fueron 
haciendo lo mismo que ellos y en fechas muy próximas estaban todos uncidos
en el yugo del matrimonio y esta servidora, se encontraba sometida al paro
forzoso; en lo referente a lo de la vigilancia ya que la castidad de mi hermana Josefa, no necesitaba de su salvaguarda; pero a cambio me encomendaron
desempeñar otras tareas, que  mi capacidad de niña avispada podía resolver 
con bastante desenvoltura: barrer, fregar y hacer recados.
Pasó poco tiempo y otra vez tuve que  ejercer como confidente, para una de las hijas de unos amigos de casa, que eran como de la familia; Isabel, andaba
tonteando con un muchacho, al que no veían con malos ojos los padres de 
ella, todo parecía marchar sobre ruedas entre la pareja, bebiendo los vientos el uno por el otro. La relación, se iba consolidando hasta el punto que Flores
pues así se llamaba el pretendiente, tenía fecha próxima para pedir permiso a 
los padres, de un noviazgo formalizado, con la entrada de él en la casa.
Pero a veces los luminosos rayos del amor se pueden ver ennegrecidos por
los grises nubarrones que lleva consigo la tormenta; y una negra galerna se
 precipitó sobre esta pareja arrollando su amor. Al enamorado de Isabel, le
gustaba mucho la caza; y alli, en nuestro pueblo como en casi todos, se hacía
furtivamente, de forma que un buen día, éste salió por la noche y al regreso de
la cacería, se presentó  con un brazo mutilado, a consecuencia de una brutal descarga de munición perdida en la oscuridad, arrancándole un brazo de cuajo resultando ser: El cazador, cazado.
Los padres de Isabel, como la petición formal del noviazgo no se había fijado
todavía, echaron mano de aquel pretexto para prohibir la continuidad de la
relación con el muchacho sin alternativa de ninguna clase; y fue, este vínculo
roto a  la fuerza, el que dio lugar a otro furtivo, con más vigor si cabe aun que
el primero, el que dio sentido a la misión, que yo sabía desempeñar con toda
destreza y que ahora tenía que mejorarla en aras de esta pareja que iba a
depender de mi si querían saber el uno del otro, con el agravante de que ya,
yo no era la vigilanta oficial y por tanto,entraba también en el terreno de lo 
furtivo. Ahora, si que tenía que ser una buena confidente si quería que el 
 amor,se aliara con estas dos personas a las que yo, tenía tanto cariño siendo
 juez y parte de aquel idilio en el que yo gozaba con las alegrías y lloraba con las tristezas cuando las había formando así, los tres  parte, de un triángulo
de complicidad y de cariño. Isabel me contaba las penas que a nadie más
podía contar; y era yo, la que escribía y llevaba y traía las misivas a casa de su  enamorado ya que para todos, la relación estaba acabada y una niña chica
como yo, pasaba desapercibida ante ellos. Durante largo tiempo, me convertí 
en compañera inseparable de Isabel y una amiga íntima como si hubiera sido
de su misma edad y sin que nadie sospechara de esta infeliz, organizábamos
salidas inocentes y de antemano preparadas para  que clandestinamente se 
vieran los dos enamorados en los lugares más recónditos; No optante la 
pareja no gozaba de plena libertad en aquellos encuentros, por el miedo a ser
descubiertos, y su felicidad iba languideciendo con el paso del tiempo; Isabel, 
lloraba desconsoladamente sobre mis hombros su infortunio, resaltándome a
cada instante lo grande que era su amor por Flores y por su parte éste cuando
le llevaba algún recado de ella, se deshacía en lágrimas diciéndome que no
iba a poder resistir aquel calvario de por vida; y es que en medio de aquel desconsuelo ambos estaban haciéndose a la idea de que aquella ardiente
pasión que sentían el uno por el otro, estaba dando los últimos coletazos sin
que ninguno de los dos pudiese remediarlo. Poco tiempo después, Isabel fue
pretendida por un chico que había vuelto de Alemania, con algunas perras
para labrarse un porvenir digno y los padres de ella vieron el cielo abierto con
la noticia, aunque a ésta no la seducía mucho la idea pues según me decía:
nunca iba a quererle como a Flores; y con esa reticencia, mi amiga del alma,
se casó con Tomás, que era el nombre de aquel chico y según sus palabras
que fueron de viva voz hace pocos días, jamás se arrepintió de haberse unido
a él porque había sido muy feliz , era un estupendo padre y un gran marido;
y el amor, había ido llegando con el tiempo, es lo que yo, me imagino.
Cuando el novio de Isabel, supo del compromiso de ella con Tomás; se le 
vinieron abajo los palos del sombraje, y no podía dar crédito a lo que se 
rumoreaba por los mentideros de pueblo; se apostó una tarde en la puerta de atrás de mi casa, hasta verme salir a por un cántaro de agua, y me hizo pasar
el trago más amargo que había tenido en mi cortar  vida contándole toda la verdad. Cuando éste, escucho el relato de mis labios, se abrazó a mi, con la
desesperación en la mirada, y jamás he visto regueros de lágrimas como las de aquel hombre en ningún otro, en la trayectoria de mi más de medio sigo de vida; seguí llevándole noticias de Isabel y a ella, los suspiros de él, que me desgarraban el alma.
Cuando supo Flores la fecha de la boda de su novia con Tomás, este cayó en la desesperanza, tomó una decisión al poner tierra de por medio yéndose a
Madrid a, recomponer los restos de su maltrecha existencia ya que si no se
iba del pueblo, jamás podría borrar su pasado y nunca anhelaría ese futuro
gozoso que le aguarda a todo hombre cabal, después de una racha de malos
vientos. Al cabo de unos años,Flores, volvió al pueblo se hechó novia y en 
poco tiempo pasó por el altar y fue entonces, cuando se concienció, que hasta
ahora nadie, había vuelto atrás el tiempo y él tampoco lo había podido lograr.
 El casamiento de mi hermana Josefa,se llevo a cabo tres años después de la
de mis  hermanos; su niña, ya tenía cuatro años y dado el horario escogido
para los contrayentes en la situación en que ellos se encontraban y que fue a las seis de la mañana, su hija no pudo asistir y mejor que no lo hiciera pues
se evitó ver, a su madre vestida de riguroso luto en el día de su boda y con sólo la compañía de padres y padrinos ya que las circunstancias no admitían
ningún alborozo por parte de la iglesia, de la sociedad de la época y a la
contribución de la familia de su esposo negándose a que lo hubieran hecho
cuando aún a mi hermana no se la notaba el bombo y hubiera podido tener
una boda por todo lo alto y su niña haber nacido dentro del matrimonio; mas
el rancio proceder de esta familia con la que mi hermana emparentó la llevó a que su boda, se pareciese más a un funeral; eso si, después que su hermano
mayor se hubo casado, ya podían hacerlo ellos. La pareja, se quedó a vivir
en mi casa de modo que la niña seguía con nosotros, para nuestro bien y el
suyo;al poco tiempo del casamiento de mi hermana yo, marché a un colegio a
estudiar interna muy lejos de casa, aunque todos estábamos contentos pues aquello sería un gran paso para mi porvenir el día de mañana.
No tardando mucho, mi hermana quedó otra vez en cinta naciendo un varón,
fuerte como un roble, para el contento de su padre y el abuelo ( mi padre ).
Pero los buenos augurios de aquel nacimiento solo tuvieron la duración de 
cinco días, para esta criatura y mi familia porque una maldita meningitis atacó a nuestro pequeño quedando parapléjico y en el infantilismo para  toda su vida, que ha sido de cuarenta y cinco años dependiente cien por cien de su
Madre; habiéndose cumplido ya, dos años de su deceso.
Aquellas mismas fechas, y otra condenada meningitis, se llevo a la tumba a mi padre en poco más de un mes a la edad de cincuenta y dos años y todo esto
pasó mientras yo, me educaba en un colegio interna. No hacía ni un año de mi marcha; mi madre y mi hermano Miguel de dieciocho años emigraron a
 Madrid, para poder pagar las deudas que habían generado los ajuares de
 las bodas de mis tres hermanos, y las medicinas que no pudieron salvar la vida de mi padre. El reencuentro con casi toda  mi familia a falta de la de mi hermana Angela se produjo en Madrid a mi regreso del internado en verano.
Y es que mi hermana Josefa tuvo que marcharse por que su niño necesitaba
de hospitales muy a menudo y al el hijo de mi hermano Antonio del  que fui
madrina antes de irme al colegio, a los seis meses le atacó una poliomelitis
teniendo que ser operado de ambas piernas varias veces con resultados muy
satisfactorios; ellos, habían sido los pioneros en llegar a Madrid y de alguna
forma los que fueron allanando el camino para que fueran viniéndose los demás ( hoy este hermano, no se encuentra entre nosotros nos dejó hace dos años a la edad de 72 ) para comenzar una nueva vida distinta a la que habían 
llevado en su lugar de nacimiento; siendo acogidos por los madrileños con los 
brazos abiertos; yo, me considero tan madrileña como el que más, aunque mi alma aun sigue enredada en las raíces  de mi Extremadura .
 
Fin
 
Para mis hermanos con todo mi cariño. 


Autora: ( Bruma )


Reservados los derechos legales.

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