domingo, 4 de octubre de 2009

EL FINAL DE LA SENDA



( BASADO EN HECHOS REALES ) 





Corrían los años ochenta y en los humedales colindantes de una  ciudad
llamada Leganés, con una gran carretera, habitaba nuestra protagonista.
Perezosa era una joven tortuguita,ávida de conocer mundos y poco amiga
de los ruidos que conllevaba habitar cerca de aquella autopista por demás
un tanto peligrosa ya que sus progenitores habían perecido bajo los 
neumáticos de un enorme trailer,tras el intento de cruzarla con el anhelo de
cambiar de morada.Mas aquel infortunio,lejos de retraer  a esta jovencita,
la había reafirmado más y más en ese tesón que sus mayores no habían
conseguido lograr :Un cambio de domicilio.Ella la cruzaría victoriosa y 
tendría la posibilidad de conocer otras colonias y quizás por qué no la de encontrar
un compañero con quien compartir su existencia.
Por fin un día con el hatillo de baluarte sobre su concha,se dispuso a emprender la 
proeza en la que hacía tanto tiempo se encontraba absorta; con paso lento pero 
decidido emprendió la marcha cuneta arriba; se paró en el arcén esperando el
momento propicio para cruzar el trecho de asfalto que la separaba de su ansiado
destino. Pero.... !!horror!! !ay,ay,ay!! sin tiempo para reaccionar la pobre desgraciada
se vió envuelta  entre un amasijo de chapas retorcidas; un conductor ébrio se
había desviado de su trayectoria dejándola malherida; deambuló día y noche
por carreteras comarcales y ya de madrugada,el frenazo de otro cacharro la heló
la poca sangre que la quedaba en su inanimado cuerpo;desorientada y maltrecha
caminaba en linea recta por el centro de una carretera comarcal. El tremendo susto
dejó a nuestra amiguita inconsciente.No supo que tiempo había pasado, pero se 
encontraba arrebujada en un suave lecho seco y oloroso, era,la bufanda de su 
salvador extendida sobre el sofá de su casa donde reposaba segura....segura y
encantada a la vez,  porque sonaban risas  y alborozos de niños y aunque ella
no los había escuchado nunca,supo que la gustaban ya que era colmada por sus
mimos y caricias.Su recuperación iba, a pasos agigantados gracias a los cuidados
que la prodigaban aquellos pequeños alborotadores que aseverados por su 
papá no tendrían más remedio  que dejarla marchar; en breve, se iría para que 
pudiera retomar su camino de nuevo.Si algo tenía claro su bienhechor era, que
los animales fuera de su ecosistema jamás conseguirían la felicidad y Perezosa,
tenía derecho a vivir su vida en libertad.Pasaban los días y la marcha de aquella 
feliz criatura no se producía.  Las causantes de aquellos alborotos,eran nada más 
y nada menos que, un par de ruidosas muchachitas llamadas Fátima y Virginia;
ellas, eran las que se encargaban de irla posponiendo día tras día cosa que a ella,no
parecía importarla rebosante de felicidad y alegría sintiéndose unas y otra unidas como
una piña,ya que nadie osaba hablar de la marcha de aquel ser pequeño y tan grande.
a la vez.
Mes tras mes el gozo reinaba en aquel hogar que veía deambular a la perezosilla
por doquier.
Cierta mañana la sorpresa fueron unos huevecillos que había puesto nuestra amiguita,
lo que suscitó un gran revuelo en el entorno familiar,las niñas pensaron que podrían
eclosionar y ver aumentada la familia con la prole de diminutas criaturillas   !!que
chachi!!.Decían las niñas. Hubo una explicación sensata para negar la posibilidad de 
este aumento ya que sin la aportación de un macho que fertilice lo huevos  no puede
darse la vida,les dijo su papá y se pusieron muy tristes.
Algo, empezó a cambiar tras el prodigio de los huevos,Perezosa, no era la misma
apenas salía a pasear y la tristeza se intuía en la manera de arrastrar su concha.
Poco tiempo después,a la vuelta del cole las pequeñas quisieron saber como se 
encontraba su pequeño tesoro y surgieron los llantos al no dar con ella por ningún
rincón de la casa.¿Dónde podría estar? ¿Qué habría  pasado? Desesperadas
salieron a la terraza  y fue desolador para ellas verla ensangrentada en la acera.
Estuvo varios días agonizante,en su caída del cuarto piso se le partió el caparazón
y no hubo posibilidad de salvarla.La familia estaba desolada ¿serían ellos quizás los
culpables?.A lo mejor se sentía infeliz y en vez de caer,ella misma se arrojó al
vacío para terminar a si,el final de la senda que pudo haber marcado su solitaria
existencia,fuera de su hábitat y de sus congéneres.


Fin


Moraleja:
El animal en el campo
el humano en la ciudad
si les cambiamos su entorno,
no habrá hombre ni animal.


Autora: ( Bruma )


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